lunes, 17 de octubre de 2016

Noventa centímetros.

Esta cama siempre me ha parecido pequeña, 
demasiado pequeña para dos, 
como si sólo hubiese sitio para mí,
pero anoche pude dormirme sin necesitar mi espacio, 
y cada vez que abría los ojos, tú seguías abrazándome mientras dormías.
Y es que a veces es tan simple como abrir los ojos y sonreír porque los tuyos siguen ahí.
Y hoy no estás, y no puedo evitar pensar en lo inmensa que es esta cama,
este desierto que aún huele a sed,
estos noventa centímetros en los que tú no estás.

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