Siempre te
escribo lo mismo, que si tu barba, tus manos, tu azul, tu duda…
Siempre te digo
que no sé más, que así no se puede querer.
Siempre te hablo
de la playa, los bancos, y te hago metáfora con el mar.
Siempre lo mismo,
y aun así nunca sé qué va a pasar.
Siempre la misma
cantidad de incertidumbre: toda.
Siempre te
convierto en tinta porque quedas bien sobre el papel.
Siempre lo mismo,
nunca igual.
Siempre tú.
Siempre yo.
Nunca nosotros.
Encantada, pese a
todo no sé si quiero conocerte.
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