Venga, lo confieso: no le veo lo interesante a besar por besar.
Pero reconozco que a veces también necesito que alguien me mire, me diga
que me quiere y yo sepa que es verdad,
que para eso tengo los espejos.
Nunca he pensado que la necesidad emocional sea buena, ni sana.
Recuerdo que una de las últimas veces que nos quisimos te dije que eras la
persona que más quería en el mundo después
de mí.
Recuerdo que la última vez que me dijiste ‘te quiero’ no me lo creí, y
amor, no puedo evitar decirte aunque no venga a cuento que tú no necesitas que
te quiera nadie que no seas tú mismo.
Que nadie malinterprete lo que digo, soy la persona más romántica y
empalagosa que conozco.
No puedo pensar en ningún momento en el que no haya creído en el amor. No
lo hubo cuando lloré mares azules y ni siquiera el día que acordamos que no
volvería a besar con lengua a mi mejor amigo.
Creo en el amor tanto que no pienso que pueda existir con cualquiera. Nunca
he sentido el amor que quiero que exista.
Por mucho que haya escrito negando el amor, siempre ha sido a alguien en
concreto.
Cielo, no creo en el amor…
contigo.
Ni contigo.
Amor, contigo tampoco…
Y aunque podría decir que casi, supe desde el principio que no íbamos a ser
nosotros, entiende que lo intentara de todas formas.
Una vez te escribí ‘amor, yo quería vivirte, no quedarme a vivir contigo’ y
todavía no he logrado resumirnos mejor, aunque a veces lo siga intentando.
Resumirnos, no malinterpretes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario